Que confusión o penitencia
Inquietud
O nostalgia irreparable,
Que vértigo o llamado sutil
Me obliga resignado a pronunciarme.
Que sed me inclina
Con los poros abiertos
Por la huella celeste
Donde ya sin setiembres
Ni horizonte
Fondea mi cabalgadura.
Que determina
Como una lenta herida
El corazón desnudo
En la cambiante claridad…
Aquí la sombra
Que me duele y nombra
Sanciona mis mentiras,
El aura que deslizó en los espejos
Mi equívoca estatura.
Aquí me atrevo
Cuando el día se afianza
A explorar mis raíces
A buscar un suspenso
El ángel que solloza
El amor que solloza y aún me nombra
Quedamente… tan lejos…
Aquí vuelvo
A recoger la luz de un beso
El néctar delirante de las uvas
La plegaria del pan.
Nada que me sea ajeno
Recupero en vos baja.
Mi latido actualiza
La danza presurosa de la lluvia
El coloquio ritual de las palomas
El dolor conjugado por mi madre
Su silueta indefensa.
De pronto me vincula la derrota
Y alarman
Sus alcances oscuros.
Más allá del sorbo cotidiano
Del gesto que me ampara
O me redime
Anhelo establecerme.
¿En qué zona secreta
Me aguardan silenciosas
Las vocales de entonces…?
¿En qué espacio olvidado
Voltearon los lapachos
Sus contornos rosados…?
Hoy entreabro la puerta
De una cifra perdida.
Quiero volver al tiempo
Que envainé a mi costado,
Aspirar la mañana
Reir con inocencia debajo del manzano
Saboreando la vida,
Sabia, pausadamente,
Sentirme enajenado
De locas mariposas
Y morder sin conflictos
Un corazón de miga…
muy buenooooooooo
Me gusta tu poema. Tu sabes que te admiro cuando blandes la pluma cual si fuera una saeta cortante de amor de luz y esperanza.